¡Gracias de todo corazón! ¡Estoy realmente conmovido! ¡Veo a la Iglesia viva!
En esa barca va el Señor; siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya. Y el Señor no permite que se hunda; es Él quien la conduce.
Quisiera también dar gracias de todo corazón a todas las personas del mundo entero que, en las últimas semanas, me han enviado signos conmovedores de atención, de amistad y de oración. ¡Sí, , el Papa no está nunca solo!; ahora lo experimento una vez más de un modo tan grande que me llega al corazón .
El Papa tiene realmente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de vuestra comunión; y es así porque no se pertenece ya a sí mismo: pertenece a todos y todos le pertenecen.
El “siempre” es también un “para siempre”: no hay ya retorno a lo privado. No abandono la cruz, sino que me quedo, de un modo nuevo, junto al Señor Crucificado. (...)Yo continuaré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con esa entrega al Señor y a su Esposa con que he tratado de vivir cada día hasta ahora y con la que quiero vivir siempre. Os pido que os acordéis de mí ante el Señor; y os pido, sobre todo, que oréis por los Cardenales, llamados a una tarea tan relevante, y que oréis por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu.
¡Queridos amigos! Dios guía a su Iglesia, la gobierna siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos jamás esta visión de fe, que es la única verdadera visión de la Iglesia y del mundo. En nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, exista siempre la gozosa certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, se nos hace cercano y nos envuelve con su amor. ¡Gracias!
Palabras extraídas de la última Audiencia General de S.S Benedicto XVI, el 27 de febrero de 2013.
A las 20h del día de hoy se hará efectiva la renuncia del Papa. La Sede de Pedro quedará vacante y él pasará a ser Obispo emérito de Roma. Siempre será Benedicto XVI, y siempre estará con nosotros unido en la oración, entregándose al mundo y a la voluntad del Señor en ella. Desde aquí agradezco nuevamente a Benedicto XVI todo su legado. Y os invito -y me invito también- a hacer lo que él nos pide, a rezar por él y por los Cardenales que iniciarán en breve el cónclave, así como por el próximo pontífice que el Señor nos quiera regalar.