28 febrero 2011

Yo no soy yo, ¡soy tú!

El sábado pasado se casaron Felipe e Inés. La homilía de Nelson, el presbítero, fue preciosa y me recordó las homilías sobre el sacramento del matrimonio que han dejado huella en mí, especialmente la nuestra.

A mí, que desde muy pequeña he presumido de 'saber compartir', me viene muy bien que me recuerden que en el matrimonio somos uno, y todo es nuestro. Me viene bien porque en las discusiones cotidianas emerge mi yo más egoísta y todo empieza a ser tuyo/mío...
Búscala, yo no sé dónde has dejado TU cartera.
Cariño, voy a utilizar TU ordenador porque MI portátil va más lento.
¡Hay que ver lo llorica que está hoy TU hijo!
...y un largo etcétera.
Y es que, por desgracia, mi avidez de justicia me surge hasta en el amor, y por ello manifiesto un amor de justicia 'Lo tuyo es tuyo y lo mío es mío'. Y esto, aunque lo parezca, no es mejor que el amor egoísta 'Lo tuyo es mío y lo mío es mío', que son los dos tipos de amores que más abundan en nuestra sociedad. En cambio el matrimonio es más,  mediante el sacramento del matrimonio se envía sobre los nuevos esposos la gracia del Espíritu Santo para que brote el amor verdadero, el amor sacramental en el cual 'Lo tuyo es tuyo y lo mío es tuyo'. Porque, como decía el presbítero, en el matrimonio yo no soy yo,  ¡soy tú! y todo lo mío es nuestro.


23 febrero 2011

Risas

                                                                                                                                                                 
Ayer el pequeño de la casa se echó su primera carcajada.                                
Desde que llegó no faltan risas en casa ni un solo día, y además es él mismo quien desde hace tiempo está regalándonos sonrisas cada vez más amplias. Es una gozada ver cómo se le ilumina la cara y aparecen sus encías vacías a cada rato que pasa. Sólo con que papá o mamá le miren es motivo suficiente para él y por ello se pasa el día sonriendo.

El caso es que ayer estábamos a última hora de la tarde en un cambio de pañal y su padre aprovechaba para 'charlar' con él, y en una de esas se puso a reír ¡hasta que se le escapó la carcajada! Fue tal la sorpresa, incluso para él, que paró de sonreír durante un buen rato. Yo, en cambio, no pude quitarme la sonrisa de la cara en todo el día. ¡Su primera carcajada! Por suerte la cosa no ha quedado ahí y hoy mismo mientras hacía la 'siesta del borrego' ¡se le han escapado unas cuantas más!

17 febrero 2011

Flor de almendro




Se me había olvidado este año, pero así es, es el tiempo de que florezcan los almendros! Lo he recordado gracias a una fotografía que colgó Paco hace unos días en su blog.
Antes, cuando vivía en la isla, nunca se me olvidaba porque allí hay muchísimos campos de almendros. Pero aquí en la ciudad es diferente, aquí florecen los almendros y no los veo, aquí llega el verano y mi piel no coge color, aquí hay tormenta y el cielo sólo se pone un poco más gris, no se oyen las olas contra las rocas ni se inunda el día de olor a sal.
Añoro el aroma del almendro en flor. Ese aroma que me recuerda a mi infancia, y a mi padre. Me recuerda a los largos paseos en coche que hacíamos siempre cuando lucía el sol de invierno. Salíamos los tres a comer, y después, a la hora de subir al coche para volver a casa, yo le pedía a mi padre que alargase la vuelta y nos llevase a pasear. Entonces pasábamos por campos de almendros en flor ( a veces parábamos a fotografiarlos), con el sol de mediodía sobre nuestro coche y la música sonando en la radio (todas esas canciones que forman parte del cancionero familiar ^^) . Yo me dormía y soñaba cosas dulces. Esas cosas tan sencillas me alegraban los días y son recuerdos de una infancia feliz.
Ahora pienso en lo que me gustaría pasear con mi familia una tarde de invierno soleada por los campos de almendros en flor. Quizá no vivamos nunca allí (¿quién sabe?) y no podamos salir asiduamente a  pasear entre almendros, pero yo, como todas las madres, le narraré a mi hijo esos recuerdos de mi infancia deseando en el corazón que él atesore recuerdos alegres de momentos sencillos como esos.



14 febrero 2011

Primeras visitas al hospital.

"¿Tengo que preocuparme?"
Sí, esta fue la pregunta que le hice. Pobre de mí, una madre primeriza que hace apenas 3 meses que se estrenó en esto de los sufrimientos paternales. Son muchas cosas las que hay que aprender, y el tiempo corre a contrarreloj.
También son muchas, muchas más, las cosas maravillosas que  me regala a cada instante.
De eso tratará este blog, de ir desentrañando las cosas que voy aprendiendo con el pequeño de la casa, o a propósito de él.

Volviendo al principio de la entrada, esa fue la pregunta que hice a la pediatra cuando trataba de decirme que mi hijo tenía bronquiolitis aguda. La pobre mujer no acertaba a darme una respuesta, quizá por eso de que soy madre primeriza y era la primera vez que mi hijo, de sólo tres meses (eso lo he dicho ya), se 'resfriaba'. Al final me dijo técnicamente cómo podía evolucionar la situación y me mandó para casa con un ventolín en una mano y cortisona en la otra (el carro lo llevaba mi cuñada, que gracias a Dios había llegado a penas 36 horas antes para pasar unos días con nosotros), pero no sin antes ponerle una mascarilla y auscultarle de nuevo para ver qué tal reaccionaba al tratamiento.
Pero no acabó todo ahí, al día siguiente el niño empeoró y la pediatra del centro médico nos mandó a urgencias del hospital. "Ahora sí tengo que preocuparme" dije yo cuando la doctora nos repitió varias veces que el niño no estaba ya para estar en casa antes de atreverse a comentar que "si fuese yo quien estuviese de guardia en urgencias lo ingresaría". Podéis imaginaros lo nerviosas que salimos Marta y yo de la consulta, lo nervioso que nos recogió Pablo y las malas 6 horas que nos tiramos en urgencias los 4 (aunque el niño, con fiebre ya, se enteraba de bien poco) entre pruebas y más pruebas para ver qué ocurría.

Así que tenía que haberme preocupado desde el primer momento, pero en vez de eso estuve dándole vueltas una y otra vez antes de atreverme a pasarme por el centro médico de 'urgencias'. ¿Por qué?, pues porque la sociedad de hoy en día estigmatiza a las madres primerizas, o así lo percibo yo ahora que formo parte de ese colectivo, y me daba vergüenza parecer una histérica que acude cada dos por tres al médico porque 'su nene tose y tiene mocos'. Me pasé dos días fijándome en si comía menos o no, si dormía menos o no, si hacía bien la caquita... total para no notar grandes cambios en eso pero acudir por notarle realmente extraño. Al final el niño ingresado y yo preguntando esta vez "¿he sido yo?".